lunes, febrero 02, 2004

Mr. Beans de sentimientos

Seguramente muchos de los que leéis estas líneas recordaréis la escena de la película de Mr. Bean en que éste se encuentra en un aeropuerto y simula estar escondiendo un arma. Con apenas algunos gestos sospechosos consigue que la seguridad lo persiga y le haga dejar el arma (que era sólo su mano) en el suelo. Es un ejemplo de que no hace falta tener algo real (una pistola en este caso) para convencer a los demás de que lo tenemos si aprovechamos su imaginación o su buena fe. Otro ejemplo muy usual, y explotado también por los humoristas, es el trabajador que, cansado, aburrido o poco motivado, sólo espera que acabe su jornada laboral para irse a casa, pero como debe permanecer en su puesto hasta la hora estipulada, mira con falsa concentración unos papeles o la pantalla de su ordenador al tiempo que hace gestos de pensar profundamente. Si lo acompaña con algún pequeño gesto triunfal de vez en cuando se consigue un efecto aún más logrado al dar la sensación de que además obtiene progresos en la solución de sus problemas.

Ciertamente, todos hemos jugado alguna vez el juego de las apariencias y, por ejemplo, algún mal día ¿quién no ha distraído disimuladamente treinta minutos su atención con cosas ajenas a la tarea que se supone que debía estar realizando? Son situaciones normales y que no suponen problema de ningún tipo si son la excepción y no la regla. Además, en este caso, también está el límite de tiempo que el cerebro puede mantener la atención de forma continuada en una única tarea, el cual no es eterno, pues se necesita algún momento de descanso aunque sea muy pequeño de vez en cuando.

Pero, al igual que en ciertas ocasiones es incluso aceptable, o al menos comprensible, sustituir la verdad por apariencias, hay otras en que, a mi juicio, es muy reprochable. No es lo mismo que un funcionario que tenga un puesto innecesario pase el día dando la apariencia de que trabaja (en cierto modo esa apariencia es su trabajo, ¿no? jeje) a que un controlador aéreo se ponga a mirar la pared mientras chocan puntitos en su pantalla. Los efectos y los daños son muy distintos entre unos casos y otros.

Pues bien, entre las manifestaciones de falsas apariencias que más me molestan, duelen o entristecen están las que prodigan los que he llamado "Mr. Beans de sentimientos", gente que constantemente da la apariencia de sentir, querer, apreciar, mostrar interés, etc. sin que realmente sus actos los mueva ningún sentimiento real. Son personas que han aprendido a manipular sutilmente a los demás y a construirse una imagen que poco tiene que ver con la realidad. De hecho, normalmente no les mueve mucho más que un interés egoísta en lograr beneficios/favores/aprecio a cambio de sus palabras y "abrazos" de humo. Y es cierto que esta falsedad muchas veces se termina manifestando claramente a casi todos los observadores, pero también en muchas otras ocasiones, quizás por ser más inteligentes o mejores observadores e imitadores de la realidad, consiguen mantener constantemente engañadas a las víctimas de su encanto artificial. Casi todo intento de desenmascarar a estos actores avanzados, incluso con evidencias bastante tangibles, resulta frecuentemente inútil, pues lo más probable es que logren esquivarlo a la vez que nos echan tierra encima con la facilidad, las mentiras y la tranquilidad de conciencia que da una mente fría con la que alguien más honesto poco puede competir, con lo que lo mejor es dejar que se delaten por sí mismos ante quien sepa ver detrás de la máscara.

Si no habíais percibido/sufrido casos como el que describo, espero que mis palabras sirvan para haceros pensar un poco, aunque no pretendo ni me gustaría provocar en nadie la tendencia a desconfiar. Creo, de hecho, que es mejor ser un poco confiado y esperar buena fe y buena gente pues la experiencia es más rica cuando no se ponen puertas a las posibilidades demasiado pronto. Pero al igual que el niño al que jugamos a esconderle una pelotita imaginaria detrás de la espalda (tras dejar la real detrás de un cojín), tenemos que aprender también que a veces la pelota no está en la mano y debemos buscar la verdad detrás del cojín...

0 comentarios: