miércoles, noviembre 19, 2003

El viejo damasquero

Salgo de casa mi abuela ascendiendo la calzada, recorro sólo unos metros de carretera asfaltada, y aparece la vereda que asciende junto a las huertas. Asciendo al segundo nivel, tomo el giro a la derecha, que recorre en un extremo una huerta que no es nuestra y que nunca vi plantada, y llego al fin a la huerta, propiedad de mi abuela, junto a cuyo borde asciende una pequeña ladera, y en ella está como siempre mi querido damasquero.

Recuerdo ir mucho en verano, verlo cargado de frutos, cada uno una sonrisa que colgaba de una rama. Algunas de color verde o de un pálido amarillo aún eran frías y agrias, pero en su interior guardaban promesa de convertirse en las cálidas sonrisas que a acercarte te invitaban: frutos de un bello naranja, color de melocotón, con porciones coloradas como muestras de rubor por las golosas miradas.

Sus ramas fuertes, bien dispuestas, eran como una escalera, abierta y no vigilada, que te invitaba a subir para alcanzar en lo alto las sonrisas añoradas. Esos frutos que besabas con el roce de tus manos, y luego, tras un mordisco, toda la boca inundada de ese sabor delicioso que siempre era con sorpresa mejor del que recordabas.

Nunca se aflojó una rama cuando estábamos en él. Nunca nos dejó caer, aunque a veces soportaba el peso de más de tres. Yo creo que nos cuidaba, que quería vernos volver, y los frutos que nos daba eran su forma de hacer sonrisas en nuestras caras que le alegraban a él.

El viejo damasquero murió solo, un año en que no lo fuimos a ver se secó de pena, y ya no volvió a dar frutos, y ninguna vieja semilla, de las que tantas y tantas cayeron a sus pies, quiso emprender la vida sobre la tumba de su padre.

Pero yo sé que en algún tiempo y lugar el viejo damasquero aún vive, y allí siempre es verano, y siempre está cargado de sus jugosos damascos. Y, sentado en lo alto, en un asiento en su tronco, una versión más pequeña de mí mismo sigue saboreando las delicias de sus ramas mientras le devuelve sonrisas de marfil con brillos de melocotón...

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